Epilepsia

Por lo general, una investigación de fase 2 implica la estereoelectroencefalografía (SEEG, por sus siglas en inglés), una técnica neuroquirúrgica utilizada para la evaluación y localización de la actividad de las convulsiones epilépticas en personas con epilepsia resistente a los medicamentos. Se considera realizar una SEEG cuando los métodos no invasivos, como el EEG (electroencefalograma) del cuero cabelludo, no dan suficiente información para localizar de forma precisa el foco epiléptico. La SEEG tiene el objetivo de identificar la ubicación precisa donde se originan las convulsiones (es decir, el foco epiléptico). La SEEG permite registrar la actividad eléctrica en las profundidades del cerebro sin requerir una exposición extensa o la extracción de tejido cerebral y se considera un procedimiento mínimamente invasivo.

El procedimiento de la SEEG implica la colocación estereotáctica (precisa) de electrodos intracraneales directamente en el cerebro para registrar la actividad eléctrica de regiones específicas. Los electrodos utilizados en este procedimiento son delgados y profundos y se implantan en áreas específicas del cerebro con asistencia robótica. La colocación se planifica cuidadosamente en función de las evaluaciones preoperatorias, es decir, las neuroimágenes y el monitoreo del EEG no invasivo. Una vez que los electrodos están en su lugar, registran de forma continua la actividad eléctrica de distintas regiones cerebrales durante un período prolongado, a menudo durante varios días. Esto permite la captura de convulsiones espontáneas y el monitoreo de la actividad cerebral durante diferentes tareas y actividades.

El dispositivo ofrece información detallada sobre el foco epiléptico, y los datos registrados por la SEEG ayudan a los neurólogos y neurocirujanos a identificar con precisión el origen de las convulsiones. Esta información es crucial para planificar intervenciones quirúrgicas específicas si se considera que la cirugía podría ser una opción de tratamiento.

La SEEG suele ser realizada por un equipo multidisciplinario compuesto por neurólogos, neurocirujanos y epileptólogos. La decisión de hacerse este procedimiento se basa en una evaluación cuidadosa del caso específico del individuo y los posibles beneficios de obtener información detallada sobre el foco epiléptico para la planificación del tratamiento. Es una herramienta importante en la evaluación integral de la epilepsia resistente a los medicamentos, en particular cuando se está considerando una intervención quirúrgica. Después de la SEEG, se pueden considerar varios tratamientos quirúrgicos, como una lobectomía temporal anterior.

La lobectomía temporal anterior (LTA) es uno de los procedimientos quirúrgicos más comunes que se utilizan para tratar la epilepsia. Implica la extirpación de la parte anterior (frontal) del lóbulo temporal, que en general comprende la amígdala y el hipocampo. La LTA se suele considerar cuando no se logra controlar las convulsiones correctamente con medicamentos y cuando se cree que se originan en las estructuras mediales de un lóbulo temporal.

Durante la cirugía, se extirpan fragmentos de la parte anterior del lóbulo temporal anterior, a menudo el hipocampo y la amígdala. El objetivo es eliminar el tejido epileptogénico y, al mismo tiempo, preservar la mayor cantidad posible de tejido sano y sus funciones. A menudo, se realizan grabaciones adicionales durante la cirugía para refinar aún más el procedimiento quirúrgico.

El éxito de la lobectomía temporal anterior para reducir o eliminar las convulsiones varía de una persona a otra. Entre el 70 y el 80 % de los pacientes presentan una reducción significativa en la frecuencia de las convulsiones o dejan de tenerlas por completo, mientras que otros podrían seguir experimentando algunas. Un equipo especializado en cirugía de epilepsia deberá hacer una evaluación integral a quienes estén considerando una lobectomía temporal anterior para determinar si son candidatos para este procedimiento. La decisión de realizarse la cirugía debe basarse en una consideración cuidadosa de los posibles beneficios y riesgos. Asimismo, debe tenerse en cuenta el impacto de las convulsiones en la calidad de vida de la persona.

Otra posible intervención quirúrgica para pacientes con epilepsia es la lesionectomía o resección de una lesión. Esta cirugía está diseñada específicamente para extirpar una lesión cerebral que, según se cree, es la fuente de las convulsiones epilépticas. Es una posible solución cuando las convulsiones están asociadas con una anomalía localizada y bien definida en el cerebro, como un tumor, una malformación vascular o un tejido cicatricial derivado de una lesión o infección previa. La lesionectomía puede eliminar una anomalía en el lóbulo frontal, parietal o temporal.

Durante la cirugía, se extirpa la lesión con el objetivo de preservar la mayor cantidad posible de tejido cerebral sano. El objetivo es eliminar la fuente de las convulsiones y minimizar el impacto en la función cognitiva y neurológica. Se puede utilizar un monitoreo mediante un EEG intraoperatorio para confirmar que la extirpación de la lesión ha eliminado de manera efectiva la actividad eléctrica anómala en el cerebro.

El éxito de una lesionectomía varía de una persona a otra. En los casos en los que la lesión es la causa principal de las convulsiones, la extirpación puede llevar a una reducción significativa de la frecuencia de las convulsiones o a la desaparición total de las mismas. Sin embargo, el éxito depende de varios factores, como el tipo y la ubicación de la lesión. Un equipo especializado en cirugía de epilepsia deberá hacer una evaluación integral a quienes estén considerando una callosotomía para determinar si son candidatos para este procedimiento. La decisión de realizarse la cirugía debe basarse en una consideración cuidadosa de los posibles beneficios y riesgos. Asimismo, debe tenerse en cuenta el impacto de las convulsiones en la calidad de vida de la persona.

Otro procedimiento quirúrgico utilizado para tratar la epilepsia es la callosotomía, que consiste en la separación o el corte parcial del cuerpo calloso (el haz de fibras nerviosas que conecta los dos hemisferios del cerebro). Este procedimiento se realiza principalmente como tratamiento para ciertos tipos de epilepsia grave con convulsiones generalizadas no controladas, como las convulsiones atónicas (crisis de caída), en las que la pérdida repentina del tono muscular produce caídas, o las convulsiones tónico-clónicas, que afectan a todo el cuerpo. Este procedimiento no se realiza habitualmente como tratamiento de primera línea y suele reservarse para los casos en los que otras intervenciones no han dado resultado.

La callosotomía es un procedimiento neuroquirúrgico que se realiza bajo anestesia general. El cirujano realiza una incisión en el cuero cabelludo y crea una pequeña abertura en el cráneo. Con instrumentos especializados, se corta o secciona de forma parcial el cuerpo calloso, lo que interrumpe la comunicación entre los dos hemisferios del cerebro. Si bien la callosotomía puede reducir la propagación de las convulsiones, no las elimina por completo. Las personas podrían seguir teniendo convulsiones, pero es posible que el impacto sea menor. Por lo general, tampoco afecta la conciencia ni la función cognitiva.

Los posibles beneficios de la callosotomía son la reducción de la gravedad y del impacto de las convulsiones. Un equipo especializado en cirugía de epilepsia deberá hacer una evaluación integral a quienes estén considerando una callosotomía para determinar si son candidatos para este procedimiento. La decisión de realizarse la cirugía debe basarse en una consideración cuidadosa de los posibles beneficios y riesgos. Asimismo, debe tenerse en cuenta el impacto de las convulsiones en la calidad de vida de la persona.

Algunos pacientes con epilepsia podrían ser aptos para recibir una neuroestimulación reactiva (NER), un tratamiento neuroquirúrgico avanzado que implica la implantación de un dispositivo de neuroestimulación reactiva para ayudar a controlar las convulsiones. La NER está diseñada para personas con epilepsia resistente a los medicamentos que no han logrado un control suficiente de las convulsiones por medio de los medicamentos y no son candidatos para la cirugía de epilepsia resectiva.

Durante este procedimiento, se implantan dos electrodos estereotácticamente en la zona del origen de la convulsión o cerca de ella. Se implanta un pequeño dispositivo neuroestimulador en el cráneo, generalmente cerca del área donde se originan las convulsiones. Este neuroestimulador monitorea de forma continua la actividad eléctrica del cerebro y está programado para detectar patrones anómalos asociados con las convulsiones. El dispositivo tiene la capacidad de diferenciar entre la actividad cerebral normal y el inicio de una convulsión. Cuando el dispositivo de NER detecta patrones predefinidos que indican una convulsión inminente, envía pequeños pulsos eléctricos o estimulación al área cerebral específica. El objetivo es interrumpir la actividad anómala y evitar que la convulsión se desarrolle por completo.

Los profesionales de la salud pueden programar y ajustar el dispositivo de NER en función de los patrones de convulsiones específicos de cada paciente y de su respuesta a la estimulación. Por lo general, se programan citas de seguimiento periódicas para realizar ajustes y optimizar el control de las convulsiones.

El dispositivo de NER registra continuamente los datos relacionados con la actividad cerebral del paciente y los episodios de convulsiones. Los proveedores de atención médica pueden descargar esta información en casa o en el consultorio y utilizarla para evaluar la eficacia del tratamiento, de modo que se puedan tomar decisiones informadas y ajustar la terapia.

La neuroestimulación reactiva es un método prometedor y en evolución para el tratamiento de la epilepsia resistente a los medicamentos. Ofrece una alternativa para las personas que no son candidatas a la cirugía de epilepsia tradicional o que no han logrado controlar de forma suficiente las convulsiones solo con medicamentos. La decisión de realizarse este procedimiento es individualizada e implica una evaluación integral por parte de un equipo especializado en la atención médica de la epilepsia.

Algunos pacientes con epilepsia pueden beneficiarse de la estimulación cerebral profunda (ECP), una técnica neuroquirúrgica que implica la implantación de electrodos en regiones específicas del cerebro. Este procedimiento se ha utilizado para diversas afecciones neurológicas y psiquiátricas y está aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. para el tratamiento de la epilepsia. La ECP consiste en la administración de impulsos eléctricos a regiones cerebrales específicas para modular la actividad neuronal anómala. El objetivo es interrumpir o prevenir la propagación de descargas epilépticas y reducir el desarrollo de las convulsiones. En el caso de la epilepsia, los objetivos de la ECP se encuentran en el tálamo, un núcleo central que conecta diferentes partes del cerebro. Sin embargo, las regiones objetivo de la ECP pueden variar en el contexto de la epilepsia.

Por lo general, quienes consideran realizarse la estimulación cerebral profunda como tratamiento para la epilepsia tienen convulsiones resistentes a los medicamentos y no han respondido a otras opciones de tratamiento, como las medicinas y las intervenciones quirúrgicas. Durante el procedimiento, se implantan dos electrodos estereotácticamente, por lo general en el núcleo anterior de la zona de inicio del tálamo. Luego, se pasan dos cables por debajo de la piel hasta un pequeño dispositivo neuroestimulador que se implanta quirúrgicamente en el pecho, debajo de la clavícula.

La eficacia de la estimulación cerebral profunda puede variar de una persona a otra. Algunas pueden experimentar una reducción significativa en la frecuencia de las convulsiones, mientras que otras pueden tener mejoras más leves. Con el paso de los años, la efectividad de la ECP va incrementando. Al igual que con cualquier procedimiento quirúrgico, la decisión de realizarse la estimulación cerebral profunda se basa en una evaluación cuidadosa por parte de un equipo especializado en epilepsia que tiene en cuenta factores como la frecuencia y el tipo de convulsiones, así como la ubicación del foco de estas.

La estimulación del nervio vago (ENV) es una terapia de neuromodulación que se utiliza en el tratamiento de la epilepsia y es un método que puede considerarse en particular para personas con convulsiones resistentes a los medicamentos o refractarias. La terapia consiste en la implantación de un dispositivo que estimula el nervio vago, que es un nervio importante que se extiende desde el tronco encefálico hasta el abdomen. La ENV está diseñada para ayudar a reducir la frecuencia y la gravedad de las convulsiones.

Para realizar el procedimiento de la ENV, se implanta un pequeño generador a batería debajo de la piel del pecho y se enrolla un electrodo del dispositivo alrededor del nervio vago izquierdo en el cuello. El dispositivo es programable, y los profesionales de la salud pueden ajustarlo para enviar impulsos eléctricos al nervio vago a intervalos preestablecidos. El dispositivo de ENV estimula el nervio vago a intervalos regulares, en general cada pocos minutos. Los impulsos eléctricos viajan por el nervio vago hasta el cerebro, donde ayudan a regular la actividad eléctrica anómala que puede provocar convulsiones.

El dispositivo se puede programar para administrar distintos niveles de estimulación según la respuesta y las necesidades de cada individuo. Los profesionales de la salud pueden realizar ajustes durante las visitas a la clínica para optimizar el control de las convulsiones y minimizar los efectos secundarios. Los dispositivos de ENV más nuevos también tienen la capacidad de administrar estimulación a demanda o según sea necesario. En estos dispositivos, los pacientes tienen un imán que pueden pasar sobre el generador para activar una estimulación adicional si sienten el inicio de una convulsión o si están en una situación que podría desencadenarla.

La eficacia de la estimulación del nervio vago puede variar. Si bien algunas personas experimentan una reducción significativa en la frecuencia de las convulsiones, otras pueden experimentar mejoras más leves. Es importante señalar que la ENV no suele eliminar las convulsiones por completo, sino que tiene como objetivo reducir su frecuencia y gravedad.

La estimulación del nervio vago suele utilizarse como tratamiento complementario a un régimen existente de medicación antiepiléptica. No suele utilizarse como tratamiento único y se considera cuando los medicamentos por sí solos no logran controlar de forma suficiente las convulsiones. La ENV está pensada como una terapia a largo plazo. La decisión de realizarse el procedimiento de la ENV se toma en función de una evaluación integral realizada por un equipo especializado en la atención médica de la epilepsia.