Medicina deportiva

La experiencia de nuestros pacientes y sus seres queridos, no solo sus dolencias, exige todo nuestro interés. Su equipo de atención especializada lo acompañará de cerca para analizar su afección, responder preguntas, evaluar las opciones de tratamiento y desarrollar una estrategia de tratamiento que sea la mejor para usted. 

Las lesiones deportivas presentan desafíos únicos. Las lesiones y los trastornos musculoesqueléticos pueden causar dolor y disfunciones importantes, lo que limita la capacidad de una persona para participar en deportes, tareas laborales y actividades normales de la vida diaria. En Montefiore Einstein, creemos que los resultados óptimos son el producto de un diagnóstico preciso, un tratamiento adecuado y oportuno, y un manejo centrado en el paciente.

Nuestro enfoque colaborativo e integral combina la experiencia de fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, especialistas en medicina de rehabilitación, expertos en manejo del dolor y cirujanos ortopédicos. Juntos, nuestros especialistas evalúan y personalizan colectivamente un plan de tratamiento adaptado a las necesidades individuales de cada paciente.

Nuestro estatus como un sistema de salud académico nos coloca a la vanguardia de nuestro campo. Junto con el Albert Einstein College of Medicine, una de las instituciones con mayor financiación de los NIH en el país, realizamos investigaciones continuas con el objetivo de descubrir mejores opciones de tratamiento para nuestros pacientes. De manera periódica presentamos las conclusiones de nuestras investigaciones y difundimos los resultados en publicaciones revisadas por colegas.

El ligamento cruzado anterior (LCA) desempeña un papel fundamental en el mantenimiento de la estabilidad de la articulación de la rodilla, haciéndolo vulnerable a lesiones, especialmente durante las actividades deportivas. Cuando el ligamento cruzado anterior se desgarra, la rodilla puede volverse inestable, lo que produce una sensación de desplazamiento. Esto es particularmente notable cuando el atleta intenta realizar movimientos de corte y giro. Los episodios recurrentes de inestabilidad ponen la rodilla en riesgo de sufrir más daños en el cartílago articular y los meniscos, lo que en última instancia puede provocar artritis. Para los pacientes que no desean realizar actividades deportivas en el futuro, el tratamiento no quirúrgico, como la fisioterapia, es una opción viable. Por el contrario, se recomienda la reconstrucción quirúrgica para pacientes más activos que deseen volver a realizar actividades deportivas.

La cirugía del LCA se realiza una vez que la rodilla del paciente ha alcanzado el rango completo de movimiento. El LCA se reconstruye con un injerto obtenido del tendón rotuliano o de los tendones isquiotibiales del propio paciente (autoinjerto), o de un cadáver (aloinjerto). El injerto se pasa entre túneles que se crean en la tibia (hueso de la espinilla) y el fémur (hueso del muslo). Luego se fija en cualquiera de los extremos con tornillos o botones metálicos, plásticos o de biocompuesto.

Después de la reconstrucción del LCA, la fisioterapia posoperatoria es imperativa para maximizar la amplitud de movimiento, mejorar la fuerza y, en última instancia, volver a practicar deportes. El tiempo hasta la recuperación completa es variable y depende de distintos factores que el médico tendrá en cuenta caso por caso.

Los meniscos medial y lateral son estructuras cartilaginosas situadas en la articulación de la rodilla, entre la tibia (hueso de la espinilla) y el fémur (hueso del muslo). Cumplen muchas funciones importantes, como la distribución de la carga, la lubricación de la articulación y el mantenimiento de la estabilidad. Cuando el menisco se lesiona, estas funciones se ven afectadas, lo que puede provocar dolor en la línea articular y síntomas mecánicos, como chasquidos, crujidos o bloqueos. Si no se trata, un desgarro de menisco puede provocar la aparición de artritis de rodilla. Para diagnosticar un desgarro de menisco es fundamental realizar una anamnesis y un reconocimiento físico minuciosos. Cuando se sospecha un desgarro, se suele realizar una resonancia magnética para confirmar el diagnóstico.

El tratamiento de los desgarros de menisco a menudo se puede realizar mediante artroscopia. Con la ayuda de una cámara de alta definición, se introducen instrumentos en la articulación de la rodilla a través de pequeñas incisiones. El tratamiento puede consistir en extirpar la porción desgarrada del menisco (meniscectomía) o repararla (reparación del menisco). La decisión de extirpar o reparar el menisco desgarrado depende de la naturaleza del desgarro, la calidad del tejido, la presencia de otras lesiones y la edad y el nivel de actividad del paciente.

La carga de peso y la amplitud de movimiento pueden verse restringidos después de una reparación de menisco y dependen, en parte, del procedimiento quirúrgico realizado. El médico tomará una decisión sobre la carga de peso y la recuperación funcional caso por caso. De todos modos, la fisioterapia juega un papel importante durante el proceso de rehabilitación.

El cartílago es un tejido delgado que cubre los extremos de los huesos en una articulación y permite la articulación se doble suavemente y con poca resistencia. El cartílago puede dañarse por accidentes, lo que provoca defectos. Estos pueden ser desgarros del LCA, subluxaciones o luxaciones de la rótula y lesiones por impacto, como un golpe directo o una caída sobre la rodilla o la rótula. El daño también puede ocurrir lentamente con el tiempo y la edad, lo que provoca artritis. Independientemente de la causa, una vez que el cartílago está dañado, no puede regenerarse por sí solo. La reconstrucción del cartílago ofrece alivio del dolor y estabilidad a la rodilla y puede retrasar la cirugía de sustitución de rodilla durante algún tiempo, restaurando la función mientras tanto.

Existen varios métodos quirúrgicos para reparar el cartílago. La técnica de microfractura, a menudo empleada para defectos más pequeños, estimula directamente al cuerpo a formar cartílago dentro del defecto o región lesionada. Para defectos más grandes, el autoinjerto osteocondral se extrae de la propia articulación del paciente y se traslada a un área donde sea funcionalmente más importante. Incluso defectos más grandes pueden reconstruirse de manera similar utilizando aloinjertos osteocondrales, que utilizan tejido de donante obtenido de un banco de huesos en lugar del tejido del propio paciente. Estos procedimientos sirven para curar el daño del cartílago rellenando la región lesionada de la superficie de la articulación con tejido sano e ileso.

Después de la cirugía, es posible que necesite usar una protección para soportar peso y seguir un tratamiento formal de fisioterapia. Se diseñará un programa específico para el paciente, teniendo en cuenta la lesión, la reconstrucción y los factores individuales del paciente. El objetivo de este tratamiento es maximizar los resultados quirúrgicos y mejorar el dolor y la función.

Las lesiones del manguito rotador implican desgarros parciales o completos de tendones específicos en la articulación del hombro. Estas lesiones son extremadamente comunes y pueden variar en gravedad. Pueden presentarse después de un evento traumático, como una caída, pero a veces se desarrollan con el tiempo sin un incidente aislado. Rutinariamente provocan dolor y disminución de la fuerza y de la amplitud de movimiento. Si bien la fisioterapia a veces puede ayudar a restaurar la fuerza y el movimiento, en algunos casos se requiere cirugía.

La reparación artroscópica del manguito rotador es una técnica quirúrgica mínimamente invasiva. A través de varias incisiones pequeñas, se insertan una cámara e instrumentos especiales en el hombro. Luego se alisa y descomprime el acromion (el hueso que se encuentra sobre el manguito rotador) para minimizar futuras lesiones. A partir de ahí, los tendones del manguito rotador se vuelven a unir a su ubicación correcta en el húmero utilizando pequeños anclajes óseos y suturas especializadas.

El paciente a menudo puede regresar a casa el día de la cirugía con un cabestrillo o un soporte ortopédico. Después de la cirugía, la fisoterapia suele ser necesaria para ayudar a los pacientes a recuperar la movilidad y la fuerza.

El labrum es una estructura que recubre los bordes de la cavidad del hombro y ayuda a estabilizar la articulación del hombro (cabeza humeral). La luxación de hombro (lesión de Bankart) o las lesiones por uso excesivo (desgarros SLAP) pueden provocar con frecuencia un desgarro del labrum. Los pacientes suelen manifestar dolor alrededor del hombro que puede irradiarse hacia el brazo. También pueden presentar inestabilidad en el hombro, chasquidos o la sensación de que el hombro comienza a salirse de la articulación. En algunos casos, un desgarro del labrum puede tratarse inicialmente de forma conservadora. Sin embargo, algunos pacientes se beneficiarán de una reparación quirúrgica.

La reparación quirúrgica generalmente se realiza mediante técnicas artroscópicas, durante las cuales se insertan anclajes a través de pequeñas incisiones, fijando el labrum a su posición anatómica normal.

Los pacientes suelen volver a casa el mismo día con un cabestrillo o un soporte ortopédico y comienzan pronto la fisioterapia para recuperar la movilidad y la fuerza.