¿Qué es la mielopatía?

La médula espinal es una columna blanda y cilíndrica formada por células nerviosas (neuronas y glía) estrechamente unidas, fibras nerviosas que transmiten señales (axones) y vasos sanguíneos. Esta estructura envía y recibe información entre el cerebro y el resto del cuerpo. Millones de células nerviosas situadas en la médula espinal también coordinan patrones complejos de movimientos, como la respiración rítmica y la marcha.


La médula espinal se extiende desde el cerebro hasta la parte inferior de la espalda, a través de un canal situado en el centro de los huesos de la columna vertebral. Al igual que el cerebro, la médula espinal está protegida por tres capas de tejido y está rodeada por el líquido cefalorraquídeo (LCR), que actúa como amortiguador contra golpes o lesiones.

La columna vertebral, que rodea y protege a la médula espinal, está formada por 33 anillos óseos (vértebras), almohadillas de cartílago semirrígido (discos) y unos espacios estrechos llamados forámenes que actúan como conductos por los que los nervios espinales viajan hacia y desde el resto del cuerpo. La médula espinal es especialmente vulnerable a las lesiones directas en estas zonas. En la columna vertebral, un disco o núcleo pulposo se localiza entre los cuerpos vertebrales. Sostiene la columna vertebral actuando como un cojín amortiguador. La mielopatía es una lesión de la médula espinal que inhibe la comunicación normal que se produce entre el cerebro y el cuerpo, generalmente como consecuencia de la compresión de la médula espinal. A menudo confundida con la miopatía, la mielopatía afecta los nervios de la médula espinal mientras que la miopatía afecta a los músculos.

Tipos de mielopatía

La mielopatía puede afectar a cualquier zona de la médula espinal, lo que provoca dolor, pérdida de equilibrio y coordinación y entumecimiento en la zona comprimida. Existen tres tipos de mielopatía, según la sección de la espalda que se comprime: mielopatía lumbar (parte baja de la espalda), torácica (región media de la columna vertebral) y cervical (cuello).

Causas de la mielopatía

Algunos casos de mielopatía son congénitos, con una deformidad de la columna vertebral que se desarrolla en el útero. Sin embargo, las causas más comunes de mielopatía son la compresión de la médula espinal y las raíces nerviosas en relación con la inflamación, la artritis, la degeneración espinal relacionada con la edad y los espolones óseos. Las siguientes afecciones también pueden causar mielopatía:

  • Trastornos neurológicos.
  • Hernias discales centrales.
  • Radioterapia
  • Enfermedad inflamatoria.
  • Afecciones degenerativas de la columna vertebral (como la estenosis espinal).
  • Trastornos autoinmunes (como la artritis reumatoide).
  • Lesión o infección de la columna vertebral.
  • Anomalías (tumores, hematomas, quistes o hernias).

Factores de riesgo de la mielopatía

La edad es el principal factor de riesgo de la mielopatía, ya que la degeneración gradual de la columna vertebral hace que la persona sea más vulnerable y puede provocar esta enfermedad.

Otros factores de riesgo potenciales son la genética, las lesiones en el cuello y la espalda y las ocupaciones que exigen un gran esfuerzo físico. Las lesiones en la médula espinal también pueden provocar mielopatía. La mielopatía congénita suele estar relacionada con un canal espinal cervical pequeño.

Cribado y prevención de la mielopatía

La prevención de la mielopatía comienza con una buena salud: mantener un peso saludable y seguir una dieta sana y equilibrada contribuyen a la salud general. No fumar también es clave para la salud de la columna vertebral, ya que el tabaco debilita el sistema inmunitario, lo que aumenta la vulnerabilidad a las infecciones y la degeneración de los discos intervertebrales.

Además, mantener una buena postura, en particular al sentarse, conducir y trabajar, puede evitar una tensión excesiva en la columna vertebral. Mantener un estilo de vida activo también ayudará a desarrollar músculos fuertes que sostengan la columna vertebral.

Signos y síntomas de la mielopatía

La compresión y las lesiones pueden provocar dolor, malestar, pérdida de sensibilidad y función, y pueden ser el resultado de una mielopatía. Los síntomas incluyen:

  • Dificultad para caminar
  • Habilidades motoras finas inhibidas (como escribir o atarse los cordones de los zapatos).
  • Deterioro del equilibrio y la coordinación.
  • Dolor en piernas, brazos, cuello y zona lumbar.
  • Debilidad, entumecimiento y hormigueo en los nervios (espalda y extremidades).
  • Cambio en los reflejos.

Diagnóstico de la mielopatía

Tras el reconocimiento físico y el historial médico, el médico puede recomendar pruebas adicionales que pueden conducir al diagnóstico de mielopatía, entre ellas:

  • Relación de Torg: una prueba que mide el diámetro del canal espinal y detecta la compresión.
  • Radiografía: este examen puede ayudar a diagnosticar cualquier afección de la columna que pueda estar causando compresión.
  • Mielografía: prueba que utiliza resultados de rayos X en tiempo real (fluoroscopia), así como una prueba de contraste que revela irregularidades en la médula espinal.
  • Resonancia magnética (RM): estas pruebas proporcionan imágenes claras de la médula espinal, los discos, los ligamentos y las raíces nerviosas. Se detectará cualquier compresión presente.
  • Electromiograma: esta exploración puede detectar cualquier movimiento inhibido de las extremidades mediante la estimulación de los nervios y la comprobación de la función de los movimientos de brazos y piernas.

Tratamiento de la mielopatía

En los casos en que la compresión espinal esté causada por una infección bacteriana, el tratamiento incluirá antibióticos que aliviarán la presión sobre las fibras nerviosas. En los casos más extremos de mielopatía, se colocará a los pacientes un soporte ortopédico para mantener fijos los huesos cervicales, lo que reducirá el dolor y el empeoramiento de la afección y los síntomas.

El tratamiento general incluye fisioterapia y ejercicios suaves que ayudan a aliviar la presión y a desarrollar la fuerza muscular que sostiene la columna vertebral. Solo en casos extremos se recomendará la cirugía, como en los casos en que se trate de tumores o fragmentos óseos. Los tipos de cirugía incluyen la fusión espinal (en la que se fusionan dos o más vértebras para estabilizar la columna vertebral), la laminoplastia (se crea una bisagra que aumenta el espacio para que la médula espinal se expanda a su posición adecuada) o la laminectomía (se extraen los fragmentos óseos en el canal espinal que pueden estar causando la compresión de la médula).

Vivir con mielopatía

La detección temprana es crucial para un tratamiento y una recuperación adecuados, ya que la compresión de la médula espinal puede provocar daños irreversibles en los nervios. El dolor suele controlarse con medicamentos antiinflamatorios de venta libre (como los AINE) y, a veces, con inyecciones en la columna vertebral, como bloqueos nerviosos.

Mantener una buena salud, con un peso saludable, una dieta equilibrada y ejercicio regular, es fundamental para la salud de la espalda y la columna vertebral. No fumar también es clave para la salud de la columna vertebral, ya que el tabaco debilita el sistema inmunitario, lo que aumenta la vulnerabilidad a las infecciones y la degeneración de los discos intervertebrales.

Además, mantener una buena postura, en particular al sentarse, conducir y trabajar, puede evitar una tensión excesiva en la columna vertebral. Mantener un estilo de vida activo también ayudará a desarrollar músculos fuertes que sostengan la columna vertebral.