Paul se crió en el Bronx. Y sí, se metió en algún lío que otro, pero siempre aspiró a ser alguien en esta vida.
Después de prestar servicio en el Ejército, Paul regresó a su barrio y se convirtió en uno de esos ciudadanos ejemplares que mantiene viva la ciudad. Se dedicó a la construcción y a la instalación de HVAC, un profesional orgulloso de su trayectoria. Hasta que empezó la tos. Una tos persistente.
Un día de diciembre me entró mucha tos y mi mujer dijo: ‘Esa tos suena muy mal. Creo que deberías ir al médico’. Y yo le respondí: ‘No quiero faltar a la escuela. Tengo una asistencia perfecta’. Ella insistió: ‘Sí, pero esa tos’, y yo contesté: ‘No te preocupes. Creo que solo es un pequeño resfriado’. Pero cerca de las tres de la mañana, empecé a toser muy fuerte y mi pecho se inflamó. No podía soportar el dolor. Y mi mujer dijo: ‘Ya está. Nos vamos a Emergencias’.
Lo que a Paul le había parecido un resfriado resultó ser fibrosis pulmonar, una enfermedad que posiblemente contrajo por la exposición a sustancias químicas en su trabajo. A causa de la enfermedad, el tejido pulmonar de Paul se hizo grueso y correoso. No le llegaba suficiente oxígeno al corazón y al cerebro. La enfermedad era incurable. Su única esperanza era un trasplante de pulmón.
Ahora estoy en una silla de ruedas porque no puedo dar dos pasos sin detenerme y perder el aliento. Mi mujer tiene que bañarme. Tiene que darme de comer. Tiene que vestirme. Tiene que hacerlo todo por mí porque ya no puedo hacer nada por mí mismo. Y eso me duele. Me duele no poder trabajar más. [LLORA]. Me dije: ‘Dios, mándame un pulmón o quítame la vida. Ya no puedo soportar este sufrimiento’.
Pero su historial de cardiopatía coronaria le convertía en candidato de alto riesgo. Paul se estaba muriendo. Y mientras otros hospitales lo rechazaban y su salud alcanzaba el punto de no retorno, un hospital (sólo uno) dio el paso adelante: Montefiore Einstein. Justo a tiempo.
Cuando el tiempo se agotaba, un equipo de expertos del Programa de Insuficiencia Pulmonar Avanzada de Montefiore Einstein, especializados en casos médicos complejos, supieron de Paul y decidieron ocuparse de su caso.
Tras varios meses en lista de espera para un trasplante, Montefiore Einstein encontró el pulmón que Paul merecía. La cirugía fue un éxito: al cabo de unos días, Paul volvía a respirar sin dificultades.
A todos les encanta un regreso
Después del trasplante Paul recuperó su resistencia física. Empezó a entrenar al mismo nivel que cuando estaba en el Ejército. Hoy, a sus 67 años, Paul está más en forma que nunca. Montefiore Einstein consiguió un nuevo pulmón para Paul y le dio una nueva vida.
Gracias a Dios, Montefiore [Einstein] llegó a mi vida y dijo: ‘Sí, creo que tu corazón sobrevivirá a esta operación’. Me llevaron a quirófano y cinco horas después salí y fue un alivio enorme. Me sentía muy bien. Empecé a estar cada vez más fuerte y una semana después de la operación me dieron el alta. La única forma de mostrarles mi gratitud es decirles que voy a hacer todo lo que pueda para que este don que me dieron dure lo máximo posible. Voy a darles buenos resultados. Cada vez que me vean, me verán aún mejor.
Conozca a los doctores de la historia
Ali Y. Mansour, MD
Director Médico, Programa de Insuficiencia Pulmonar Avanzada y Trasplante de Pulmón
Stephen J. Forest, MD
Director Quirúrgico, Programa de Insuficiencia Pulmonar Avanzada y Trasplante de Pulmón
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