Con apenas un metro setenta y cinco, Jake Drucker podría parecer el jugador de hockey más bajito de su liga, pero sobre el hielo se vuelve un gigante.
Sin embargo, toda su energía desapareció una mañana del 2017. A diferencia del dolor habitual–dadas las jornadas de cinco horas sobre el hielo y los repetidos golpes con la cadera o el cuerpo contra las vallas de cristal–ese día el dolor de Jake se sintió como un cañonazo en la pierna.
Sentí el dolor más insoportable y horrible alrededor de la rodilla. El peor dolor imaginable. Así que fui a ver a un médico, y me dijo que era bursitis. Pero el dolor continuó durante dos semanas más. Y finalmente me derivaron a Montefiore [Einstein].
Los médicos del Departamento de Ortopedia de Montefiore Einstein descubrieron que un tumor estaba consumiendo el fémur de Jake, silenciosa pero agresivamente.
Soy un jugador bastante difícil de enfrentar. En cierto modo encajo en el papel de 'provocador'. Ese es mi tipo de juego. Intento meterme en su piel, y ser lo más combativo y enérgico que puedo.
Cuando eres joven, te sientes invencible y crees que nunca vas a tener problemas. Y de repente viene alguien que te dice que tienes un tumor y necesitas operarte. Da bastante miedo. En esta ocasión, el tumor era benigno, y él estaba feliz. Pero, aunque el tumor era benigno, teníamos que extirparlo porque eso ayuda a que el hueso sane mucho mejor y pueda volver a jugar al hockey mucho más rápido, sin tener que preocuparse por fracturas posteriores.
Con la temporada de hockey a la vuelta de la esquina, Jake tenía que recuperar su atrofiada pierna derecha en menos de tres meses para poder clasificar para su equipo, los New England Wolves.
Montefiore [Einstein] me derivó a un servicio de fisioterapia y básicamente me dio el mapa mental de cómo podía hacerlo. Primero tuve que aprender a caminar de nuevo, luego tuve que volver a aprender a patinar. Entonces tuve que aprender a patinar mientras alguien intentaba lanzarme un disco o arrancarme la cabeza.
Jake pudo reincorporarse a su equipo y volver a ser quien arma las jugadas sobre el hielo: estar siempre preparado y enfrentarse a los mejores.
Ha pasado un año desde mi operación y estoy sobre el hielo prácticamente todo el día, todos los días. Y cuando no estoy en la pista, estoy en el gimnasio. Sinceramente creo que ahora soy más fuerte que antes de esta terrible experiencia. El doctor Hoang salvó mi carrera de hockey. Sin Montefiore [Einstein] no tendría la oportunidad de seguir viajando por el mundo y de conocer a tanta gente asombrosa. Después de todo, Montefiore [Einstein] me ha salvado la vida.
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